Columna de Arturo Núñez: “Prefiero perder”

Hace mucho tiempo, cuando jugaba torneos para juniors, gané de manera injusta un partido que debí perder.

Porque en realidad, lo perdí.

Lo que ocurrió es que el árbitro dio por mala una pelota de mi rival, que había sido buena, y yo no corregí ese fallo. Guardé silencio, amparado en la decisión y autoridad del juez.

El problema radicaba en que con ese punto mi oponente ganaba el encuentro. Sin embargo, el erróneo dictamen arbitral y la discusión que éste ocasionó desconcentraron a mi adversario, quien terminó perdiendo el match.

Durante mucho tiempo me sentí incómodo, por haber triunfado de esa forma. Eso me hizo comprender que el hecho que haya un árbitro, no exime a ningún tenista de la responsabilidad de hacer lo correcto.

Y aunque jamás volví a vivir algo similar, y hace años que no me inscribo en campeonatos, recordar esa situación y otras que he presenciado en la actualidad me sirvieron para redactar un breve conjunto de normas que aplicaría siempre, para mi tranquilidad, si disputara torneos.

Hoy sé que prefiero perder, a ganar a cualquier precio.

Estoy seguro que es mejor perder, que pedir la atención del kinesiólogo si no la necesito.

Prefiero perder, a simular que debo ir al baño para detener el partido, cuando el oponente me está superando.

Pienso que es mejor ser derrotado, que reclamar una pelota que yo sé que fue mala, solo con el fin de cortar el juego.

Elijo perder, antes que dilatar a propósito el reinicio del partido cuando corresponde cambiar de lado.

Soy un convencido que resulta mejor perder, antes que mostrarle a mi rival una marca de pelota distinta a la verdadera.

Prefiero perder, si para triunfar debo gritarle los puntos en la cara a mi adversario.

Es mejor saber que con mi juego no me alcanza para ganar, antes que vencer con malas artes.

Prefiero perder siendo honesto. Porque puede que no sea tan buen tenista, pero al menos soy honesto.

Si necesito hacer trampa o apartarme del fair play para triunfar, quiere decir que soy una persona que no juega bien y que tampoco es honesta.

Y yo no quiero mirarme al espejo, y ver que soy esa clase de esa persona.