En la actualidad, los jugadores profesionales cubren con su derecho cerca del setenta y cinco por ciento de la cancha.
Invertirse para pegar con el derecho, es una tendencia que comenzó hacia 1990. Esa fórmula persigue ser más agresivo, pues casi todos los tenistas le imprimen mayor potencia a la pelota con su drive, que con su revés.
Hoy es una manera de jugar empleada por todos, sin discusión.
Sin embargo, creo que tiene debilidades.
Percibo que entre más se invierte el jugador, entre más pista cubre con su derecho, el tenista le da tiempo a su rival, ya que sus desplazamientos son más largos que si empleara su revés para impactar esa misma pelota.
Además, entre más se invierte, el jugador queda cada vez más lejos de la red, lo que le dificulta subir a volear, a cerrar el punto.
Pienso que si un tenista casi no se invirtiera, sino que golpeara de revés lo que le llega para el revés perdería potencia, pero les quitaría tiempo a sus oponentes y podría subir a la red con mayor facilidad, al estar siempre más cerca de la malla.
Muchas veces, el jugador que se invierte termina pegando desde una esquina, fuera de la cancha o se invierte para defenderse en vez de atacar, todo lo cual me parece un exceso.
No digo que no haya que invertirse.
Pero estoy convencido que se debe saber cuándo realizarlo, considerando la pelota que envía el adversario y la mejor jugada que se puede ejecutar en consecuencia.
Esto, con el fin de quitarle tiempo al rival, obligarlo a desplazarse para que impacte la bola incómodo, quedar lo mejor posicionado posible en la pista, y disponer del tiempo necesario para pegar el siguiente tiro, junto con mantener la iniciativa .
Entonces, lo que planteo es que hay que pensar si lo que conviene más en la jugada es ganar potencia o tiempo, sin invertirse de forma automática.
Cada manera de jugar tiene ventajas y desventajas, que hay que saber leer y explotar.
Ninguna táctica, ni estrategia, es perfecta.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com