En las más de cuatro décadas que llevo en el tenis, he escuchado una infinidad de afirmaciones de valioso contenido.
No recuerdo a la mayoría de sus autores, pero sí que cuando las escuché, esas frases me hicieron mucho sentido. De alguna manera, consiguieron que cambiara mi forma de ver el tenis.
Aquí van algunas:
“En el tenis hay que saber hacer de todo, igual que en una fiesta, dónde hay que saber bailar todos los ritmos”. El profesor que pronunciaba esa frase, explicaba que si ponían cumbia, por ejemplo, y uno no sabía bailarla, quedaba fuera de la fiesta. Lo mismo sucede en un partido: si el rival me trae a la red de forma reiterada, por citar una situación de juego, y no voleo de forma aceptable, perderé el partido casi con total seguridad.
“Todo lo que va rápido, vuelve rápido”. La velocidad de la pelota puede ser tanto una ventaja, como una desventaja. Depende de dónde se encuentre ubicado en la cancha, el jugador que golpea rápido. Además, a veces hace mucho más daño un tiro pesado, que uno veloz.
“En el tenis, lo más importantes es no fallar y tener precisión. La velocidad viene después”. Hay que ir paso a paso. La velocidad es lo último que se le agrega al repertorio, cuando ya se domina la regularidad y la dirección de la bola, dos aspectos prioritarios. En un principio, más vale el control sin potencia, que la potencia sin control.
“No es lo mismo jugar lindo, que jugar bien. No es lo mismo pegarle bien a la pelota, que entender el juego y elegir el golpe preciso que pide cada jugada”. Muchas veces, veo tenistas de buena técnica, de impactos limpios, pero desordenados para jugar. Se equivocan en la lectura táctica y terminan escogiendo tiros que les salen muy bonitos, pero que no dañan tanto al rival como otros y que incluso, en ocasiones, los perjudican pues los dejan expuestos.
“Primero están los que saben. En segundo lugar, los que saben que no saben. Y, al final, al último, los que creen que saben y no saben”. Los que saben, son a quienes se debe seguir. Eso es una verdad absoluta. Ahora bien, los que están conscientes de su ignorancia también son muy valiosos, ya que se encuentran abiertos a aprender. No cargan con prejuicios. Después, figuran los que creen que saben y no saben. Estos tenistas les causan muchos dolores de cabeza a los profesores, porque parten de bases erradas que dan por ciertas.
“No hay que entrenar hasta que un golpe te salga bien. Hay que entrenar hasta que sea imposible que te salga mal”. Esto no se debe tomar de forma literal. Resulta imposible no fallar, por lo que el tenis está hecho de errores. Eso es innegable. Pero esta frase puede ser muy útil, para impulsarnos a buscar la excelencia en cada pelota, en cada práctica.
“Muchos creen, que el profesor tiene que correr a todas las pelotas. Pero el que debe correr es el alumno, que está aprendiendo y debe mejorar. ¡No el profesor!”. Un coach que pasa ocho horas diarias, o más, en la cancha dando clases particulares, no puede correr todo el tiempo. Lo que razonablemente se le puede exigir es que no falle, junto con darle ritmo al alumno. El pupilo es el que debe dejarlo todo físicamente en el court, porque su entrenamiento solo dura una hora, y luego tiene descanso. No así el profesor, cuya jornada empieza temprano y se extiende hasta muy tarde en algunas oportunidades.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com