-¡Hasta cuándo fallas! ¡Tira una adentro! ¿Por qué eres tan malo? ¡Vamos!
-Pero, ¿con quién habla?- se preguntó seguramente Timothy Gallwey, al oírle una expresión similar a algún singlista iracundo.
Esa interrogante dio pie para que este estadounidense, con experiencia profesional en el mundo del deporte, escribiera “El Juego Interior del Tenis”. Este exitoso libro se convertiría en una de las piedras angulares del coaching, disciplina tan de moda en estos días.
A grandes rasgos el autor plantea, en un texto disponible en internet, recomendable para cualquier tenista, que en el jugador coexisten o cohabitan dos Yo: El Yo número 1 y el Yo número 2.
El Yo número 1 es el que instruye al Yo número 2 sobre la manera de ejecutar los golpes, junto con evaluar su desempeño. El Yo número 2, por su parte, es quien desarrolla la actividad deportiva propiamente tal.
Entonces, si retomamos la primera línea de esta columna se puede apreciar que, en ese caso, el Yo número 1 le está haciendo ver con mucho ímpetu al Yo número 2, su absoluta disconformidad respecto a su rendimiento.
Pero eso no soluciona el problema. Por el contrario, lo agudiza.
Eso sucede por cuanto el Yo número 2 (el que juega o actúa), se tensiona con la reprimenda del Yo número 1 (el que ordena y evalúa). Lo anterior provoca que la performance del Yo número 2 en vez de mejorar, empeore, pues sus gestos técnicos se vuelven menos fluidos, producto del estrés.
Para graficarlo con un ejemplo simple, imagine que usted se encuentra jugando un doble, y su partner lo reta y descalifica cada vez que usted falla.
¿Resulta agradable compartir la cancha con alguien así? ¡Por supuesto que no! Lo lógico sería que usted no quisiera jugar más con esa persona.
¿Qué probabilidades existen que ganen el partido? Son bajas, ya que los reproches merman la confianza y hunden aún más al que se equivoca.
Pues bien, eso también sucede cuando el Yo número uno, maltrata al Yo número dos.
Volviendo a la situación descrita al inicio, hay que aprender a ser un buen compañero de uno mismo, sosteniendo un autodiálogo positivo.
El Yo número 1 debiera darle tranquilidad al Yo número 2, para que cuente con la calma necesaria para jugar relajado, sin sobre exigirse, ni pensar en exceso en la técnica de los golpes o el marcador del partido.
En resumen, el Yo número 1 tiene que confiar en el Yo número 2 quien, como consecuencia, podrá expresarse libremente y rendir al máximo de sus capacidades.
Debe existir armonía entre ambas entidades (Yo número 1 y Yo número 2). De lo contrario, se produce una especie de autosabotaje.
Es lo mismo que si no existe afinidad, o feeling, entre los integrantes de una pareja de doble. En esa situación, resulta poco factible que esa dupla salga victoriosa.
Queda claro que el aspecto mental en el tenis resulta de vital importancia, área que se debe trabajar continuamente.
¿Qué pasaría si cuando enviamos una pelota fuera de la cancha o a la red, nos quedamos con que se trata de una bola que se va out o a la malla, y no la calificamos como “mala” o un error?
Si solo pensamos que es una pelota larga, por ejemplo, la reacción física y anímica que eso provoca es muy distinta a cuando tildamos la bola de “mala”, lo que ocasiona que el cuerpo se tensione de inmediato y el enojo entre en escena.
Ojo, entonces, con sus juicios y lo que usted se dice durante un partido porque en el tenis, muchas veces, el peor rival es uno mismo.
Arturo Núñez del Prado
Profesor de Tenis
Periodista
arturondp@gmail.com