En Chile, se habla poco de tenis.
O sea, se habla harto del tema, pero en general se conversa mucho más sobre rumores, pelambres o cahuines que acerca de técnica, táctica o metodologías de entrenamiento.
Falta mayor intercambio de opiniones sobre lo esencial, lo que sucede dentro de la cancha, y no tanto sobre lo que ocurre fuera de la pista.
Así que dedicaré esta columna a un aspecto del que no se escucha a menudo en el tenis nacional: la biomecánica.
La disciplina enunciada representa una gran ayuda para los entrenadores, porque permite analizar los golpes dejando de lado lo estético.
Esta materia se concentra en el estudio de las leyes de la física, aplicadas al movimiento del cuerpo humano. En otras palabras, establece parámetros objetivos que rigen el gesto deportivo.
La biomecánica tiene como propósito que el golpe se ejecute con un mínimo riesgo de lesión, se sostenga en el tiempo y logre el objetivo trazado.
Esta especialidad no presta tanto cuidado a lo que hace la raqueta propiamente tal, a la que define como un elemento de transmisión, sino que se enfoca en lo que genera el cuerpo.
Lo primero es observar la posición de los pies del jugador, para luego subir la mirada de manera gradual hasta llegar al hombro y la cabeza, ya que los vicios en el gesto técnico son una consecuencia de otros problemas a nivel corporal.
Por ejemplo, si hay poca estabilidad, el tiro sale con menos potencia. A la inversa, cuando se tiene más equilibrio, por una mejor base de apoyo, existe una mayor transferencia de energía a la pelota. ¿Ve? En este caso, el inconveniente no se encuentra en el golpe en sí mismo.
Lo anterior es solo una muestra de los principios esenciales que rigen el análisis biomecánico del jugador. Estas leyes son Balance; Inercia; Oposición de Fuerzas (Acción y Reacción); Momento Lineal y Momento Angular; Energía Elástica; Torque, y Cadena Cinética.
Todo esto conforma lo que se denomina el tenis invisible, que ostenta tanta o más relevancia que el visible, al que estamos acostumbrados. Respetar las etapas de maduración motora del niño y el biotipo del deportista son también fundamentos vitales que, entre otros, constituyen el tenis que no alcanza a ser percibido a simple vista.
Los segmentos del cuerpo humano forman palancas, y cada una está compuesta por una articulación. El fulcro, en tanto, es el lugar donde se apoya la palanca.
Así, los golpes de potencia se apoyan en el hombro (derecho y revés de fondo); los de velocidad, en el codo (derecho y revés abiertos o con ángulo corto), y los de precisión, en la muñeca (drop shot y stop volley de derecho o revés).
Un profesor debe administrar de manera adecuada la información proveniente de la biomecánica.
Como dijo un reconocido coach nacional el otro día, es sencillo confundir a un jugador abrumándolo con leyes y principios físicos, junto a un cúmulo de datos derivados de programas computacionales específicos para el análisis biomecánico del tenista.
Bien utilizados, estos softwares resultan un valioso complemento para el trabajo del entrenador.
Sin embargo, estoy convencido que todavía nada reemplaza la experiencia y el buen ojo de un profesor de tenis preparado, si cuenta además con la humildad necesaria para encontrarse siempre en constante aprendizaje, actualizando sus conocimientos de manera periódica.
Nadie se las sabe todas.
Nadie.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com