La frase con que se titula esta columna, refleja un afán de superación muy loable.
“Seguimos”, es otra expresión bastante utilizada que revela algo similar, dando la idea que se deja algo atrás, para ir en busca de lo nuevo y mejor.
Sin embargo, si siempre se quiere más, o constantemente se piensa en lo que viene, se corre el riesgo de no disfrutar el presente, que al final es lo único que de verdad existe, pues es lo que está ocurriendo.
“Vamos por más” es lo que siento que les pedimos, de forma permanente, a Nicolás Jarry y Christian Garín.
Y esas exigencias desmedidas son las que, precisamente, nos impiden disfrutarlos por completo.
Se trata de dos jugadores insertos entre los cien mejores del ranking ATP (la elite del tenis mundial), surgidos producto de esfuerzos familiares, que ya se los quisieran países que ostentan planes de desarrollo tenístico con presupuestos anuales millonarios.
No estamos siendo justos cuando les reprochamos con dureza sus derrotas, como si hubieran perdido con un desconocido en un campeonato de barrio.
En lo más alto del tenis, cualquiera le puede ganar a cualquiera. ¡Algo deben estar haciendo muy bien estos dos jóvenes deportistas chilenos, que pertenecen a ese selecto grupo!
Soñamos con que Garín y Jarry emulen lo hecho por Marcelo Ríos, Fernando González y Nicolás Massú.
¿Qué pasa si ninguno de los dos lo logra? ¿Qué ocurre si no consiguen escalar más en el ranking ATP, de lo que lo han hecho hasta ahora?
No pasa nada, porque ambos podrán sentirse orgullosos de haber tenido una carrera fantástica. Meterse entre los cien primeros del mundo en el ultra competitivo tenis actual, constituye una proeza.
Si algunos no lo entienden, significa que están un poco perdidos.
Muchos piensan que la felicidad siempre se encuentra en el futuro: cuando les suban el sueldo, cuando cambien al jefe, cuando salgan de vacaciones, cuando cambien el auto o compren una casa en la playa, por ejemplo.
Y no, la felicidad se encuentra en el presente. Así que no esperemos que Jarry o Garín ganen un Grand Slam, para sentirnos siempre felices y orgullosos de tenerlos.
Ni Garín, ni Jarry, tienen el talento de Marcelo Ríos.
Ni Garín, ni Jarry, tienen el derecho de Fernando González.
Ni Garín, ni Jarry, tienen la garra de Nicolás Massú.
Pero se han ganado el derecho a enfrentar, semana a semana, a los mejores del mundo.
Y eso, no es poco.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com