Definitivamente, hay muchas cosas que no entiendo.
Chile venció a Austria y clasificó al Grupo Mundial de la Copa Davis, a disputarse a mediados de noviembre este año en Madrid.
A raíz de esta resonante victoria, escuché una reflexión que me pareció válida: Chile se adueñó de un cupo para lo que equivale al mundial de tenis. Sin embargo, nadie lo celebró en las calles, como sí ha ocurrido siempre cuando la selección ha sacado pasajes a la máxima cita planetaria del fútbol.
Pareciera que lo conseguido no importó demasiado.
Para colmo el tenis, uno de los deportes que más éxitos le ha reportado históricamente al país, se encuentra a punto de quedarse sin las canchas del complejo que se emplaza en la calle Cerro Colorado, porque resulta muy probable que ahí pronto se edifiquen viviendas sociales.
Chile cuenta con gente de dilatada y exitosa trayectoria, que podría ser un gran aporte para el tenis. No obstante, se la considera poco y así se dilapidan conocimientos y experiencia.
Las incorporaciones de Jaime Fillol y Patricio Cornejo vienen a revertir, en parte, la situación. Pero también hay otros. Nadie sobra, por lo que se debe sumar a todo aquél que constituya un aporte.
Nunca he comprendido por qué así cómo se entrena para ganar, no se enseña con igual ahínco a ser un buen perdedor. Es como si se practicara el servicio, pero no la devolución de saque. Las derrotas en la cancha y en la vida son pan de cada día, por lo que sería bueno darle relevancia al tema y educar de manera formal en ese ámbito.
Vivimos bajo el estigma que cometer un error es lo peor que puede ocurrir, así que lo negamos, o culpamos a factores externos de nuestras malas decisiones.
Bueno, el tenis está hecho de errores. Así que sería beneficioso que conviviéramos con mayor naturalidad con nuestras equivocaciones.
Resulta imposible no fallar y, como dijo Marcelo Bielsa, “el error presagia el acierto”. Los yerros son parte del aprendizaje, por lo que debiéramos darles el valor educativo que merecen.
Tampoco me explico por qué, no se valora más a los profesores que trabajan con los niños más pequeños en las escuelas de tenis. Me cuesta comprenderlo pues hablamos de una de las labores más complejas, ya que requiere mucha paciencia y conocimientos metodológicos.
Además, se trata del grupo de niños que, con el paso del tiempo, nutre a los otros niveles de cualquier escuela de tenis.
Puedo estar equivocado en mis diversas apreciaciones. Pero creo que hace ya un largo rato vivimos en un mundo que, definitivamente, está al revés.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com