Pocos saben que recientemente se inauguró el Museo Internacional del Tenis, en Panamá.
Éste se emplaza en el Club de Golf de Panamá, y consta de más de 200 piezas, cada una con su historia. Los artículos datan de 1910 a la actualidad, y se encuentran exhibidos en los muros que circundan las canchas de tenis de la citada entidad deportiva.
La astuta solución del panameño Víctor Santini, ex jugador juvenil y principal impulsor de esta iniciativa, eliminó el problema que significaba disponer de un recinto especialmente destinado para la muestra. ¡Qué mejor que las paredes de las pistas estén adornados con implementos, que dan cuenta de la historia del tenis local y del mundo entero!
La casi totalidad de los objetos expuestos, debidamente enmarcados, corresponden a donaciones, entre los que figuran raquetas de distintas épocas, diseños y materiales; vestimentas; zapatillas; tarros de pelotas; fotos; recortes de diarios; toallas; gorros, y posters.
Muchas de las piezas han sido autografiadas por celebridades. Lo exhibido, cuenta con una leyenda en la que se detalla el nombre de quien lo aportó, y a quien perteneció.
Cuando hace poco me reuní con Víctor Santini en Santiago, y me relató todo esto, me consultó si en Chile existía algo parecido.
Lo único similar que se me vino a la memoria fue la magnífica muestra dedicada exclusivamente al tenis, que se mantuvo abierta al público entre 2013 y 2014 en el Museo de la Moda.
Pero no recuerdo nada más de ese calibre.
Creo que, por las múltiples alegrías que le ha dado al país, resulta necesario que el tenis chileno tenga su propio museo, para homenajear a todos quienes han enriquecido su magnífica historia.
Figuras como Luis Ayala, Anita Lizana, Jaime Pinto, Patricio Cornejo, Jaime Fillol, Hans Gildemeister, Marcelo Ríos, Fernando González y Nicolás Massú, por nombrar solo a algunos, tendrían el reconocimiento que merecen con entera justicia.
Como soñar es gratis, a este museo le agregaría una biblioteca consagrada al tenis. De esta manera, los profesores y aficionados tendrían acceso a la última literatura respecto a lo técnico, táctico y la preparación física del jugador, junto a obras acerca de la historia de la disciplina que tanto nos cautiva.
En Chile, los libros son costosos, y más aún cuando versan sobre temáticas puntuales. Además, para mí al menos, resulta mucho más placentero leer en formato papel, que hacerlo mediante textos digitales.
El museo del tenis chileno es una idea que no concebí yo, sino que unos amigos apasionados por el tenis. Esta iniciativa cuenta con una gran ventaja: pienso que no tiene opositores, por lo que puede convocar a mucha gente que le gustaría ayudar a hacerla realidad.
Así que no me cabe duda que, en algún momento, se concretará.
Por ahora solo es una idea.
Pero cuando se suman voluntades, todo es posible.
Arturo Núñez del Prado
Profesor de Tenis
Periodista
arturondp@gmail.com