Hace unos días, presencié el entrenamiento de un jugador.
Con sorpresa constaté que, durante la práctica, el padre dio casi la misma cantidad de instrucciones técnicas y tácticas, que el entrenador.
Sin saberlo, con esa actitud el progenitor lesionó gravemente la autoridad del coach.
Resulta obvio que el profesor, no puede competir contra la ascendencia del padre sobre el jugador. Por lo tanto, ante una situación como la descrita, las órdenes del técnico pierden fuerza y su trabajo ve resentida su validez.
Resumiendo, la credibilidad del coach disminuye.
En la circunstancia descrita al inicio del texto, el error del padre no radica en haber impartido demasiadas instrucciones. Si hubiera sido solo una, el perjuicio habría sido el mismo, ya que en la cancha la única voz de mando que debe escucharse es la del entrenador.
Es más, en algunos libros se aconseja que los padres permanezcan fuera de la cancha, mientras transcurre la práctica.
¿Qué lleva a un padre a adueñarse de un rol que no le corresponde, si ha contratado a un profesional de la enseñanza del tenis, para que entrene a su hijo o hija?
Pues bien, la respuesta podría vincularse al narcisismo.
Se trata de un trastorno de la personalidad que se caracteriza, entre otros rasgos, por una necesidad profunda de atención excesiva y un afán por ser admirado.
Entonces, de acuerdo a esta definición, quien padece ese cuadro no puede cederle el rol protagónico al coach durante las prácticas.
Si lo hiciera, y se limitara a actuar solo como un espectador del entrenamiento, sentiría que él no tiene ninguna importancia y que no es considerado como se lo merece.
Pero el narcisismo también se manifiesta de otras formas.
He conocido alumnos que se sienten bastante abrumados, pues sus padres les relatan que fueron muy buenos estudiantes, excelentes compañeros y, además, grandes deportistas, por lo que recibieron numerosos y constantes premios en su etapa escolar.
Entonces, si los niños se destacan medianamente solo en el tenis, sienten que de alguna manera decepcionan a sus progenitores.
Por otro lado, muchos padres se frustran cuando sus hijos no alcanzan sus mismos logros a igual edad.
La evolución del material de juego, junto a los cambios implementados en cuanto a metodologías de entrenamiento técnico y físico, ha convertido hoy al tenis en un deporte ultra competitivo, que se desarrolla a gran velocidad.
Por lo tanto, los padres deben entender que, en la actualidad, se trata de una disciplina muy diferente a la de hace veinte o treinta años, cuando ellos destacaron.
De tanto ver y escuchar que los premios se los llevan solo los mejores, y que los mejores son solo los que ganan, los niños persiguen las victorias con avidez y se ofuscan si no triunfan, disfrutando poco el juego.
Para revertir esa realidad, considero esencial que el esfuerzo de los niños reciba una recompensa cada vez que compitan y se comporten de manera correcta, independientemente del resultado.
Así comprenderán que, aunque no logren su objetivo, siempre serán seres humanos valiosos.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com