Algunos días, la cancha de tenis puede ser tu reino, tu pequeño paraíso, pero en otros puede ser tu infierno.
La cancha de tenis es un campo de batalla, en el que tienes que darlo todo para salir victorioso. Pero también es un tablero de ajedrez, en el que debes mover tus piezas con sumo cuidado.
En la cancha de tenis impera la incertidumbre. Tienes que aprender a manejarla, pues nadie sabe qué pasará hasta que se haya disputado la última pelota.
La cancha de tenis es un cuadrilátero, donde los golpes no buscan derribar al rival, como en el boxeo, sino que se lucha por la administración del tiempo, el espacio y el dominio de las acciones a través de la iniciativa.
La cancha de tenis es una cuerda floja, en la que tienes que mantener un precario equilibrio para que la ansiedad no te haga caer al precipicio, permanezcas bien enfocado y desarrolles tu juego sin baches.
A través de sus diferentes zonas, la cancha te enseña que no siempre se puede atacar, sino que existen momentos en que hay que ser paciente y otros para ir por todo, como en la vida misma.
En la cancha de tenis puedes expresarte con entera libertad, mediante tu juego. Ahí aprendes a sobrevivir, porque te obliga a adaptarte a distintas situaciones, ya que existen canchas lentas, rápidas, blandas y duras, exigiéndote el uso de diferentes recursos.
La cancha de tenis es un lugar de intercambio. El rival siempre nos deja una enseñanza. Y también se lleva un aprendizaje, luego de enfrentarnos.
La cancha de tenis te demuestra que lo que valen son los hechos, no las palabras. En la pista, lo que importa es tu rendimiento, no lo que se habló antes del partido.
La cancha de tenis es un maestro con extrema paciencia, aunque también inflexible, pues te repite las lecciones infinitas veces, hasta que logres aprenderlas.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com