Son los “protagonistas anónimos” en los distintos torneos de la ATP e ITF: los jueces de línea, que posiblemente serán parte de la metamorfosis del tenis, que experimentará cambios que podrían ver afectada su empleabilidad en un futuro.
Esto a raíz de anuncio de la ATP, el cual se implementará en las Next Gen Finals, la primera Copa de Maestros Sub 21, que se disputará entre el 7 y el 11 de noviembre en Milán: el ojo de halcón en vivo, una tecnología que automáticamente determinará si una pelota entró o no dentro del rectángulo. La medida promete ser controversial, pues dejará sin trabajo a los jueces de línea, ya que solamente será permitida la presencia del juez de silla.
Según se informó, esta tecnología estará presente en todas las líneas y el resultado de la alerta será acompañado con la visualización de la jugada en todas las pantallas de video alrededor de la cancha. En tanto, las faltas de pie serán determinadas por un “oficial de revisión”, quien estará monitoreando las cámaras ubicadas en las líneas de base y centrales.
“Este podría ser un momento histórico para el arbitraje en nuestro deporte”, comentó en el sitio oficial del torneo Gayle David Bradshaw, vicepresidente ejecutivo de reglas y competencia de ATP en declaraciones emitidas por La Tercera.
“Nuestros atletas trabajan increíblemente duro y merecen el arbitraje más excelente y más exacto que podemos ofrecer. La tecnología está ahora en un lugar donde nos sentimos cómodos probando este nuevo sistema, en un ambiente de torneo real. Las Next Gen ATP Finales en Milán son el lugar perfecto para hacer esto, y esperamos poder monitorear los resultados y evaluar los méritos”, añadió.
Los jueces nacionales se refirieron a este tema. Pedro Bravo ha vivido toda esta metamorfosis del tenis: partió siendo chapa verde y luego pasó a internacional con chapa azul. El año 87 MTC ya dirigía, cumpliendo 30 años desde que sacó certificación internacional. “El proceso de modernización del tenis está en formación y la implementación de nuevas tecnologías, está asociada a una fuerte inversión”.
Mabel Berrios, juez de línea de dilatada trayectoria considera que este tema, “es solo un experimento, no creo que pase másallá, de hecho años atrás se trataron de implementar cambios y no resultó. Nuestro trabajo es importante y tenemos que demostrar en cancha lo que valemos, hacer un buen trabajo y no condicionarlo por una maquina”.
Para Rodrigo Caro, “la tecnología puede ayudar al desarrollo del deporte, pero creo que se debe experimentar bastante. Al arbitrar solo el juez de silla, sin los asistentes, habrá que ver cuántas veces el jugador pide rectificación o chequeo de marca por intermedio del ojo de halcón. Si es reiterado, podría perderse continuidad en el juego”.
“Todo este tipo de medidas tienen que tener una resolución y medirse, deben ser revisadas y contar con una marcha blanca, pero hay que tener mucha reserva frente a esto. Nosotros en Chile en los torneos futuros arbitramos sin jueces de línea en cancha de arcilla y no tenemos tantas intervenciones o chequeo de marca (unas 5 duranteel partido)”, agregó Caro.
Por su parte, Juan Pablo Almonacid aclara a Tenis Chile que, “a nivel de ATP 250 para arriba, si quieren lo pueden hacer, pero para abajo estádifícil por los costos. De aquí a 10 años puede que este implementado por los menos en los Grand Slam”.
“Ahora bien, si se llegara a implementar, no sería loco decir que después ni juez de silla van a necesitar”, concluyó.
En definitiva, la intención de la ATP es agilizar el tenis para hacerlo más atractivo y rentable para la televisión. “El deporte y la industria del entretenimiento cambian a toda velocidad, así como la manera en que los aficionados consumen nuestro circuito. Este torneo no gira únicamente en torno a la siguiente generación de jugadores, sino también sobre la nueva generación de aficionados. Hemos creado este torneo precisamente para observar elementos potenciales en un entorno de primer nivel”, expresó hace unos meses Chris Chermode, presidente de la entidad en declaraciones también emitidas por La Tercera.
Por Rodrigo Sánchez