Corría 2001. Los chilenos Jorge Aguilar y Guillermo Hormazábal se coronaban campeones del mundo en tenis, categoría Sub 16, al superar a Alemania en la final.
Mientras en el circuito adulto Marcelo Ríos comenzaba a bajar su nivel (terminó el año 39º), y Nicolás Massú (top 100) y Fernando González (top 150) iniciaban su ascenso en el ranking , ya comenzaba a hablarse del recambio.
La historia es conocida. Aguilar y Hormazábal no emularon las alturas que alcanzaron como juniors. Y tampoco pudo hacerlo la siguiente generación de buenos proyectos, como Ricardo Urzúa, Guillermo Rivera y Cristóbal Saavedra. Todos ellos estuvieron entre los veinte mejores del mundo en juniors, pero en el nivel profesional ni siquiera llegaron a cuartos de final en un ATP.
¿Qué pasó?
Luis Guzmán, entrenador que estuvo a cargo de la mayoría de esos tenistas en las selecciones juveniles, afirma que los malos resultados que tuvieron Aguilar y Hormazábal “fue exclusivamente por malas decisiones de sus asesores. Con la federación teníamos planeada una estructura de trabajo para ellos, pero decidieron cambiar de entrenadores y tomar otros caminos. Ellos tuvieron los recursos, pero cambiaron la forma y el ritmo en que venían trabajando y eso les afectó”.
El retirado Hormazábal afirma que “en juniors uno no piensa mucho cuando juega, y cuando pasas a ser profesional, aparte de tener un buen tenis y estar bien físicamente, tienes que empezar a jugar más con la cabeza. En mi caso, no me metí más arriba porque tuve muchas lesiones y eso te pasa la cuenta en lo psicológico”. Y retruca el análisis de “Luchín” Guzmán: “No me arrepiento de ninguna decisión que tomé. Estuve con personas que me dieron las mejores condiciones”.
Guillermo Rivera, quien llegó a estar 271° en el ranking , se queja de la falta de apoyo: “Cuando empecé me fue muy bien porque tenía un equipo que me acompañaba. Tenía sponsors y un mánager. De lo único que me preocupaba era de jugar. Estuve así dos años, hasta que los auspiciadores no me siguieron apoyando. Pasé de viajar con mi entrenador y estar en los torneos que debía jugar, a viajar solo y jugar donde podía. Fue complicado y ahí me estanqué”.
“El error de los tenistas que fueron promesas fue no elegir un equipo de experiencia al pasar a profesionales. Ninguno viajó a muchos torneos fuera de Chile, y yo creo que se relajaron un poco, porque muchos eran muy buenos, cuando chicos ganaban todo”, analiza el entrenador Arturo Palma, quien es enfático: “Cuando hay un éxito en juniors, lo primero que hay que hacer es un buen calendario de torneos”.
El técnico Carlos Marchant añade: “Los jóvenes son inestables emocionalmente y no pueden viajar solos cuando se incorporan al circuito, en una etapa esencial para su desarrollo. Se genera un desgaste”.
La esperanza actual
Christian Garín, Bastián Malla y Nicolás Jarry son parte de la última camada prometedora de tenistas nacionales. Aunque hasta ahora no han tenido un ascenso importante en sus carreras, y ninguno está siquiera entre los 350 mejores del escalafón, a este grupo todavía le queda margen para explotar definitivamente.
“Hubo una presión muy grande con Garín desde que ganó Roland Garros (en 2013). Mucha gente puso las fichas en él y se hablaba que era el recambio cuando tenía catorce años. Él no estaba preparado para recibir ese peso y se nota cuando juega por Chile que se pone nervioso. Tiene potencial y tiempo para seguir demostrando, porque las edades en el tenis se han ido corriendo”, dice Luis Guzmán.
Palma, quien fue capitán del equipo chileno campeón del mundo en 2010, señala que “esta generación de Garín, Malla y Jarry ha tenido la oportunidad de tener un camino bastante bueno, pero la inmadurez le ha pasado la cuenta. Son muy buenos proyectos que aún pueden sobresalir, pero que claramente están un poco atrasados”.
Además de Ríos, Massú y González, el único chileno en llegar a semifinales de un torneo ATP en singles fue Paul Capdeville.
Garín derrotó en la final de Roland Garros junior de 2013 al alemán Alexander Zverev, actualmente 58º del mundo. Y en semifinales, al croata Borna Coric (47º).
Estaba bien hasta que mis auspiciadores no siguieron apoyándome. Ahí me estanqué”.
GUILLERMO RIVERA, tenista.
”Ser bueno en juniors no te asegura nada, luego hay que saber aguantar la presión”.
JUAN CARLOS SÁEZ, tenista.
”Aguilar y Hormazábal tuvieron los recursos, pero cambiaron la forma y el ritmo en que venían trabajando”.
LUIS GUZMÁN, entrenador.
”Los jóvenes son inestables emocionalmente, no pueden viajar solos”.
CARLOS MARCHANT, entrenador.
”Garín, Malla y Jarry aún pueden sobresalir, pero están un poco atrasados”.
ARTURO PALMA, entrenador.
”No me preocupa el tiempo. Si hago las cosas bien, los resultados van a venir rápido”.
CHRISTIAN GARÍN, tenista.
FUENTE: El Mercurio, 4 de marzo.