“Mi hijo tiene buenas notas en Matemáticas pero le va mal en Biología, así que le tomé clases de Matemáticas”.
Esa fue la frase que le oí a un padre hace un tiempo y que me llevó a pensar que, con toda seguridad, había escuchado mal.
Pero luego leí que cuando el entrenador del famoso atleta Usain Bolt comenzó a trabajar con él, detectó que su salida de los tacos no era todo lo rápida que se requería, pero que de la mitad de la carrera en adelante su aceleración en la pista era fulminante.
¿Qué hizo entonces el técnico de Bolt?
Puso énfasis en potenciar el ya excelente remate de su dirigido en los últimos metros, en vez de corregir su desplazamiento inicial.
Ahí entendí todo, y la frase sobre las Matemáticas y la Biología que había oído antes al pasar, cobró total sentido.
Lo que hicieron ese padre y el entrenador de Usain Bolt tiene que ver con un principio básico del coaching, disciplina tan de moda hoy: potenciar virtudes, en lugar de corregir defectos.
Si se enmiendan las falencias de un tenista, por ejemplo, en el mejor de los casos, va a tener un nivel medio en ese plano.
En cambio, si se le potencian las virtudes, ese jugador puede llegar a ser extraordinario.
Eso rompe el paradigma de la gran mayoría de los que somos profesores o entrenadores de tenis o cualquier deporte, acostumbrados a enfocarnos -primero que todo- en detectar los errores de los alumnos y corregirlos.
Con esto queda claro que la enseñanza del tenis siempre se puede mirar con ojos nuevos y eso, a veces, se nos olvida.
Por: Arturo Núñez del Prado
Periodista / Profesor de Tenis / Coach