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2024-09-27

Columna de Arturo Núñez: “¿Errores no forzados?”

Los errores forzados, se producen como consecuencia de un buen tiro del rival.

Los no forzados, en tanto, los conforman las equivocaciones ante tiros que no encierran gran dificultad.

Entonces, lo más grave es cometer errores no forzados, pues pareciera que el jugador falla sin motivo.

Hace poco, el ex tenista argentino Guillermo Rivas, escribió sobre el tema en sus redes sociales:

“En tenis si un jugador logra poner la pelota del otro lado de cancha y el contrario no logra devolverla , es un error forzado por quien hizo lo correcto en poner la pelota en juego.

El error no forzado a esta altura del avance que ha logrado el tenis tiene una base muy discrecional de acuerdo a la altura de la vara que se “creería” tiene que tener quien ejecuta un tiro

Es decir la categoría No Forzado puede serlo o no dependiendo quien lo juzgue y no tiene asidero real en el juego”.

Lo primero que desprendo de lo que afirma Rivas, es que nunca se debiera calificar una equivocación como un error no forzado.

Lo interpreto así, pues supongamos que un jugador recibe una pelota mansa, a mitad de cancha, sin velocidad, a la altura de la cadera, y la falla dejándola en la red o enviándola fuera de la cancha.  

Ese quiere decir que esa bola sí revestía alguna dificultad para ese tenista, por lo tanto sería un error forzado por su oponente.

De acuerdo a la lógica, si esa pelota no le hubiera causado un problema al jugador, no la habría fallado, ya que nadie se equivoca a propósito durante un partido.

Lo segundo que entiendo que plantea Rivas, es que se califica algunas equivocaciones como errores no forzados, dependiendo del nivel del jugador.

Se supone que un buen tenista no debería fallar pelotas que parecen fáciles. Sin embargo, para otro deportista de menor calidad, la misma jugada podría constituir un error forzado.

En consecuencia, el error no forzado se torna muy subjetivo.

Para mí, luego de leer a Rivas, el error no forzado casi dejó de existir, algo que nunca me había planteado.

Su punto de vista me hizo pensar y cambió mi mirada, liberándome de una preocupación.

Gracias, Guillermo.

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