
2025-04-15
Columna de Arturo Núñez: “Fantasmas”
En el tenis, a quien se cree bueno sin serlo le dicen fantasma.
Ese jugador compra siempre lo más caro; se preocupa en extremo del balance, peso y encordado de sus raquetas último modelo; luce un bolso gigante y las tenidas más costosas, pero no representa un peligro para nadie, pues apenas pasa la pelota un par de veces al otro lado de la red y casi siempre pierde.
Ése es un verdadero y legítimo fantasma, en estado puro.
En cada club hay uno, o más de uno.
Sin embargo, el término fantasma también engloba y se puede aplicar a un sinfín de otras situaciones
Le llaman fantasma a quien no es conocido o no pertenece al medio tenístico, o la llamada familia del tenis.
Califican de fantasma al jugador fanfarrón, que se agranda por nada.
También tildan de fantasma a quien es dueño de un juego “corta físico”, que no da ritmo o demasiado defensivo
Le llaman fantasma al entrenador sin trayectoria, un aparecido, o que no logra ganarse la credibilidad de sus alumnos.
Puede ser calificado como fantasma, el jugador que cuenta mil historias cargadas de fantasía, todas incomprobables por cierto, con las que busca ganarse el respeto que no recibe de forma natural de parte de sus pares.
“Fantasma” es un término que escucho desde chico, y que también tiene un verbo: “fantasmear”.
Para mí, también son fantasmas esos jugadores que califican de “corta físico” al adversario que les juega como les incomoda, y les gana.
Muchos jugadores evitan jugar con tenistas cuyo planteamiento les molesta, sin comprender que ése es el tipo de rival que los va a hacer crecer y mejorar, si logran superarlo con claridad.
Además, si ese oponente los derrota, es porque es mejor que ellos en varios aspectos.
Gran detalle que pasan por alto, al mofarse del juego de ese contrincante.
Pienso que también son fantasmas los padres que descalifican el trabajo de los profesores de sus hijos, como si ellos -que no son entrenadores- supieran más.
Lo insólito es que la mayoría de esos padres solo juega tenis recreativo a un nivel bastante discreto, y algunos nunca han puesto un pie dentro de una cancha.
Unos auténticos fantasmas.
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