CARRO

TOTAL

$0

IR A PAGAR
2024-08-05

Columna de Arturo Núñez: “Calidad, disciplina y humildad”

Lo ideal es que un jugador de tenis tenga calidad y humildad.

Si posee calidad sin humildad será aceptado, pero no querido.

En cambio si se comporta con humildad será querido y aceptado, aunque no derroche calidad.

De no contar con calidad, ni humildad, el fracaso es seguro, pues esas carencias impiden que el jugador aprenda, cambie y progrese.

Un tenista sin tanta calidad, pero humilde, puede triunfar, siempre y cuando entrene de manera disciplinada.

Aunque hoy, por lo general el rigor es mal visto.

Si una persona busca la excelencia y se sacrifica para conseguirla, gran parte de la gente piensa que se trata de alguien que se maltrata, que no se quiere y que no sabe disfrutar la vida.

Como si saber disfrutar la vida, fuera hacer las cosas lo más rápido posible, sin compromiso y de cualquier forma.

Puede que haciendo las cosas así se disfrute mucho. Pero lo dudo, pues está comprobado que las victorias no llegan con ese método.

Para mí, saber disfrutar la vida no solo consiste en vivir sin preocupaciones y pasarlo bien, sino que también en distinguir cuándo se debe dar lo mejor de uno mismo, para no arruinar las oportunidades que se presentan.

Estoy seguro que se puede disfrutar mucho, cuando se siente la satisfacción del trabajo bien hecho.

Por eso, no estoy de acuerdo cuando a los jugadores de tenis que entrenan con dedicación, les dicen que se relajen.

A los tenistas que están pendientes de todos los detalles, les aconsejan que no sean obsesivos.

Siempre se les está pidiendo a los otros, que dejen de ser lo que son, y que se conviertan en casi lo opuesto.

Al dedicado, que no se aplique demasiado.

Al obsesivo, que no sea tan meticuloso y estricto.

Y no entiendo por qué, si la mayoría de los deportistas que triunfa, son dedicados y obsesivos.

Pero el ser humano tiene una verdadera compulsión por solicitarle al otro que cambie, que sea distinto, que adquiera cualidades que no posee.

Lo curioso es que parte importante de quienes se empeñan en que los otros cambien, son buenos solo para eso: para exigirles transformaciones a los demás, pero no para realizar ese esfuerzo ellos mismos.

NOTICIAS RELACIONADAS