2024-10-15
Columna de Arturo Núñez: “Una decisión difícil”
“Una más y te vas”, le avisé a un alumno que competía en torneos para menores, una vez que me di cuenta que la comprensión y buena onda no surtían ningún efecto. Con su reiterada mala actitud durante un entrenamiento, había logrado agotar mi paciencia.
Y como no solo nada cambió pese a mis advertencias, junto a mis intentos por motivarlo, sino que su comportamiento empeoró luego de mi último aviso, la práctica se acabó para él antes de tiempo.
Mi alumno no podía creer lo que sucedía, cuando le informé que el entrenamiento había finalizado, y le pedí que se retirara.
Yo, por mi parte, no entendía su asombro, si lo había prevenido acerca de lo que ocurriría, en caso que no pusiera un mínimo de ganas al entrenar.
Luego comprendí que a ese niño nunca nadie le había puesto límites claros. Su enorme sorpresa radicaba en que yo no me había quedado solo en la advertencia, sino que había cumplido lo que le anuncié.
Y es que las palabras han perdido valor con el paso de los años: en la actualidad, las promesas valen poco y nada; lo que se dice hoy, se desconoce mañana sin ningún pudor, y causa extrañeza que las palabras vayan acompañadas de acciones coherentes con lo expresado.
Por supuesto, como mi decisión fue considerada abiertamente injusta, ése fue mi último entrenamiento con ese alumno.
Siempre supe que corría ese riesgo.
Sin embargo, pensé que mi decisión sería útil para que ese joven no volviera a cometer el mismo error si, por ejemplo, alguna vez tenía la oportunidad de entrenar en una academia de prestigio, con coaches de renombre.
También sentí que la decisión que adopté ayudaría a ese tenista en desarrollo, a formarse como persona.
Tal vez me equivoque, pero para mí ése es el principal deber de cualquier profesor, sin importar el área en que se desempeñe.
De lo que sí estoy seguro es que el tiempo perdido no se recupera jamás; que si un jugador no tiene ganas de estar en una cancha de tenis, mejor que no esté, ya que un entrenamiento sin ganas no es provechoso para nadie; que un alumno siempre debe respetar a su profesor, y que el profesor tiene que hacerse respetar.
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